Histórico: tras 18 años de desencuentros, los músicos de Las Pelotas y Divididos recrearon la mítica formación de Luca Prodan. La crónica de Leonardo Rearte, para Los Andes de Mendoza.
Publicado en Diario Los Andes (Mendoza)
Sin anuncios histéricos, especulaciones de ningún tenor ni cifras de cinco dígitos, los líderes de Las Pelotas y Divididos se permitieron reeditar Sumo. Tan simple como subir y cantar cuatro temas; tan difícil como torcer casi dos décadas de desencuentros.
Pasada las 0.30 de ayer, la sonrisa de nene de Daffunchio durante el set de Las Pelotas en el cierre del Andes Vivo, preanunciaba lo que las 11 mil almas que pisaban el césped del Estadio de Godoy Cruz deseaban que pasara, y que tantas veces había sido desmentido por los propios músicos.
Tras el final de Las Pelotas con “Sin hilo”, y un intervalo de 15 minutos, Ricardo Mollo, Diego Arnedo, Germán Daffunchio y Alejandro Sokol hicieron acto de presencia para dar forma al homenaje a Luca. Unas pocas gotas cayeron del cielo, como para alentar metáforas facilonas en las crónicas de los diarios. Vaya postal.
Como primera medida, los cuatro músicos arrojaron a los presentes de un tirón: “El ojo blindado” y “Fuck you”, escupiéndole un ídem a los 19 años de distanciamiento.
Apoyados por Gustavo Jove en batería y Sebastián Schachtel en teclados, los Sumo (claro que suena raro) hicieron del Feliciano Gambarte una coctelera con “El ojo blindado”. Lo tocaron sucio y distorsionado, como debe ser.
Sokol balbuceó algo antes de entregarse al punk “Fuck you”: “Éste es un saludo”. Quizás sirva el dato: en el último concierto en la historia de Sumo, en el club Los Andes de Buenos Aires, Luca Prodan insistió en repetir ese breve tema al final del caótico recital; Ricardo Mollo dijo más de una vez que aquélla “había sido como una despedida interna”.
Mientras el batero de Divididos, Catriel Ciavarella, tomaba las baquetas, Daffunchio sonreía, Sokol sonreía, Mollo sonreía y, milagro, Arnedo (al que la leyenda señala como el más reticente al revival) sonreía.
De hecho el bajista capitaneó el mini recital decidiendo que después de “Debede” -que merece un párrafo aparte- se agregara un bonus track, “Mejor no hablar de ciertas cosas”.
Pero démosle a “Debede” su párrafo. La multitud, que a esta altura estaba rigurosamente extasiada, pudo ver cómo después del último acorde de “Fuck you”, Alejandro Sokol partió hacia la batería, calcando la formación de Sumo de finales de 1983 (por supuesto, sin Luca ni Pettinato). De aquellos años es la primera versión de “Debede”, tan despojada como la que ayer a la madrugada hizo bailar a medio Godoy Cruz. Poco importaba a esa altura las entradas en falso, las pifias, o los fragmentos olvidados. Era Sumo, y qué tanto.
Sokol pidió cambio rápidamente, dándole de nuevo paso a Jove en la bata, para volver a saltar sobre el escenario con un micrófono en la mano. Pogueaba con Arnedo, se abrazaba con Daffunchio, cantaba versos que eran rezos; parecía el hombre más feliz del planeta. Más atrás, el vozarrón de Mollo volvía a recordarnos al Pelado (el que estuvo mirándonos, durante todo el recital, desde cientos de remeras de chicos que ni habían nacido cuando aquél fue a tomar ginebra con los ángeles).
El cantante de Divididos rajó la tierra gritando: “Mejor no hablar de ciertas cosas”, en una canción que fue puro bajo y palo de batería.
A la 1, los músicos se abrazaban, se empujaban, reían con risa de feliz cumpleaños, de “viste que no era para tanto”, de “esto es lo que somos”… Lo que no pudieron las propuestas comerciales, el puje de la prensa y los managers en pugna lo logró el paso del tiempo y un par de miradas cruzadas.
Alguien del entorno explicó sin explicar: “Íntimamente las dos bandas sabían que se iban a reunir, pero no cruzaron una palabra hasta minutos antes de tocar”. Arnedo lo hizo más simple, cuando se despidió de la multitud con un “Mendoza, esto es para ustedes”.
Fuente Diario Los Andes