PIER – El fenómeno no se detiene

Con su evidente simbiosis «ricotera», los hermanos Cerezo de Pier se encargaron de desatar una fiesta. La crónica de Silvina Marino, para Clarín.
Publicado en Diario Clarín

El meta-show. O un espectáculo que «casi- recrea un disco que es el vivo de otro espectáculo». Y en el mismo lugar. Así, la presentación de Pier en Obras el sábado a la noche es un calco de Alucinados como la primera vez, el disco en vivo que presentan. Con una intro coreada a cargo del público: Dale Pier, te vinimos a ver, alucinados como la primera vez, que se repetirá tipo loop a lo largo de todo el show.

Son pasadas las nueve de la noche y en la entrada a la plateas se vislumbra un invitado vip con gorro de coya: Pity Alvarez. Más adelante Pity se convertirá en un guitarrista más de la banda para el super-hit Sacrificio y rock ‘n’ rol.

Por las pantallas, a los costados, se puede ver cómo los músicos están por subir al escenario. Mientras, lo anuncia la voz de Pappo (Rock ‘n’ roll y fiebre): «Va a comenzar la función». Y, ésta, la temática Pappo, también será una constante de la noche, abriendo, cerrando y promediando el show.

Si hasta el momento no estaba claro, ahora sí: el fuerte de Pier es, definitivamente, el vivo. A pesar de (¿o gracias a?) las decenas de lugares comunes (empezando por la irrefutable simbiosis ricotera de sus temas), lo que el cantante Ramiro Cerezo extracta desde el escenario es 100 por ciento certero: en el estadio hay una fiesta. Y, tal vez, esta mística sea parte del fenómeno Pier. Que se apoya en lo incuestionable: la fervorosa reacción de la gente ante un muy buen show.

En un Obras de entradas agotadas, los Cerezo (tres hermanos, Ramiro, Agustín y Eugenio) más el bajista Nicolás Ferreirós se ocupan de repasar sus canciones más conocidas y de agradecer a la gente «por el aguante». Hasta que llega la mitad del show y, co mo en la ocasión anterior (Obras 05), hubo un homenaje a Pappo. Esta vez, además de la presencia de Miguel Botafogo, también subirá Vitico para tocar No obstante lo cual y Ruta 66. Y, precisamente, el segmento más oxigenante de la noche será también el más parecido a un guiño Spinal Tap (con Botafogo desaparecido del escenario por una cortina de humo).

«Hagan la gamba, por favor», arenga Ramiro después del intervalo, cuando sube Pity y la gente también lo viva. Después de Sacrificio, vendrá Prisionera robot, con el toque entre lo artie y lo obvio: pantallas en blanco y negro con la imagen de una robot, sí, prisionera.

«Y pensar que hay algunos que no saben lo que es esta fiesta», enfatiza el Ramiro casi llegando al final del show, después de tocar Conmovidos y antes del estribillo de Lunares, con el que cierran los shows. Entonces se materializa el último guiño de la senda Redondos-Callejeros-Pier: escaso o ningún contacto con el afuera (con la prensa, por ejemplo). Como un modo de cultivar cierta mística y de marcar territorio.

Fuente – Diario Clarin