Fueron producidos por Ezequiel Araujo, y sacan disco en mayo. Pretenden aportar una estética tan pop como inundar un lugar con latas de sopa. La nota de Julia Gonzalez, para el No de Página/12.
Publicado en Diario Página/12
La nota completa
A Bicicletas se lo suele asociar con el nuevo rock de los ‘90 o con Jaime Sin Tierra. Sin embargo, ellos se definen como una gama de músicas que se fusiona en la línea cronológica que va del ‘68 al 2004. “Cada época es un collage de sentimientos”, dice Mariano J. Repetto (batería). Más allá de cualquier interpretación, Bicicletas se erige como un desprendimiento del arte de Andy Warhol. Su disco homónimo ya está grabado, sale en mayo y lo trabajaron íntegramente con Ezequiel Araujo. Contiene doce temas, entre ellos un cover de Oye niño, de Miguel Abuelo, “justo ahora que se puso de moda”, dice Mariano. Bicicletas toca cada tanto en Córdoba con la banda platense y amiga Estelares. Cuentan que allí hay una movida cercana a lo que fue el nuevo rock de los ‘90 y que en los boliches suenan Mataplantas, Victoria Mil e Interama. El año pasado participaron de la película Capital, la opera prima de Augusto González Polo que aún no fue estrenada. Su aporte fueron dos canciones; una que suena de fondo y la otra, el corte de difusión del nuevo disco, Ojos, que la están tocando en una fiesta. Participar de la película fue una buena experiencia en la que había cámaras y luces por todos lados, con gente que saltaba abajo del escenario: “Fue como participar de la mentira del rock”, dice Mariano.
–¿Por qué es una mentira?
Mariano: –Es como delirar frente a la propia fantasía del rock y todo lo que es la movida de una película y la locura de aparecer ahí. Uno lo hace no para ser famoso sino porque tiene algo que decir, siente que si uno no lo dice, nadie lo va a hacer. El rock es una mentira, la fantasía del rock no es real. Aunque se convierte en una realidad. Tocar en Córdoba es un delirio diferente de cuando tocamos acá. Eso lo genera una fantasía y estar en la película es parte de eso.
Julio César Crivelli (guitarra y voz) interrumpe: “El camino a la fama no significa nada si no hay una misión”, se ríen. Durante la entrevista con el NO habrá más citas babasónicas.
–¿Y cómo viven esa fantasía?
Mariano: –Saliendo a trabajar, viviendo en el mundo real.
Julio: –Como dice Babasónicos: “Necesito gas para seguir”, pero la droga para seguir en esta locura es la fantasía, un mundo de ficción.
El trabajo anterior es Deslízate naranja, un EP con seis canciones en el que aparecen letras inquietantes, donde el mundo es azul, hay elefantes colgados del techo, piden que brilles en un día verdeazulygris y las paredes hablan demasiado. Hay dos historias con las que asociar su nombre. “Somos una banda de ciudad, y la palabra ‘bicicletas’ era el momento en que uno tenía su propio jardín de fantasía y libertad, cuando vos salís a andar en bici es otro aire, otra libertad”, dice Mariano y compara: “Como el estado de naturaleza, de Rousseau, está todo tranqui. Es contradictorio. ¿Viste Hoffman? Tiene que ver con el pop”. La primera vez que el creador del LSD, el científico Albert Hoffman, consumió su propia medicina, se fue en bicicleta del laboratorio a su casa y sintió que el tiempo se gelatinizaba. Fueron seis kilómetros de sentir que los colores ocres de la primavera suiza tomaban un brillo intenso y se filtraban dolorosamente en sus ojos. Así descubrió nuevos matices que palpitaban rítmicamente con los sonidos de la naturaleza. Hoffman pasó a la historia pedaleando una bicicleta suspendida en el tiempo que no iba a ninguna parte. Y esta experiencia algo tiene que ver con Bicicletas.
Julio agrega que además está la parte warholiana, “como la multiplicidad de objetos que se repiten, como la sopa Campbell”. Mariano se levanta y trae un pin amarillo de la banda y dice que es un objeto muy pop, aunque el género está algo bastardeado y resume que Bicicletas viene por el lado de la psicodelia y la lisergia. “Esa es una buena manera de decir algo sin decirlo”, finaliza.
–Pero lo dijeron.Mariano: –Manejamos mucho los colores contrastados, porque los temas son un poco así, alegres, tristes, sí, no. Estás cantando algo alegre, pero la música va por otro lado. Hay neurosis desde la dicotomía.
Tres de los cinco Bicicletas conviven en una casona de Coghlan. Allí tienen su estudio de grabación, sala de ensayo, y lugar de reuniones y fiestas. En el comedor, entre los instrumentos, se destaca un poster de Sonic Youth, banda que los aúna, aunque también se barajaron entre The Vaselines, Victoria Mil, Nirvana, Pink Floyd, The Beatles y Los Redondos. Ya grabaron un disco de covers (Discover) con versiones de los Stones, The Cure, Duran Duran, The Doors, The Chemical Brothers y Golden Boy with Miss Kittin, grabado en el 2004.
–¿Cómo les afectó Cromañón?
Federico (guitarras): –Se complicó con los lugares para tocar. Además, generacionalmente es el gran primer shock que tenemos de gente de nuestra edad. Un poco de paranoia te agarra, como que a veces tocabas en tal lugar antes de Cromañón y después te diste cuenta: “Che, loco, yo metí 200, 300 personas donde ni daba”. Igual nuestra música no da para prender bengalas.
Mariano: –A mí me encantaría que fuera otra onda, porque por ejemplo en Córdoba agitan y acá es como un público más contemplativo. Acá flashean y mueven la cabeza. Tenés que tocar en un teatro o en un lugar con butacas y es un garrón. Hay lugares que la estallan más que otros, es otra energía, terminás de tocar y te abrazás. Y cuando hay butacas te das la mano.
Fuente – Rock.com.ar