Spinetta presentó su disco «Pan» en el Teatro Bristol de Martínez, con un show que tuvo mucho de sus clásicos. Ameno. Distendido. Completo. Sin estridencias. Pero único.
El Flaco Spinetta es un artista que combina en un delicado equilibrio la gran trayectoria que lo respalda con la capacidad inagotable de reinventarse a sí mismo. Y eso queda claramente evidenciado en cada uno de sus shows, dotados de su inconfundible sello.
Eran poco más de las 10 cuando salió al escenario. Con los primeros acordes de «Atado a tu frontera», Spinetta, junto a Claudio Cardone en teclados, Sergio Verdinelli en batería y Nerina Nicotra en bajo, dio vida a un escenario que no contaba con más decorado que los instrumentos. Los juegos de luces proyectados en la gran pantalla blanca aportaban un toque de psicodelia interesante, dando el marco perfecto para la música del Flaco, que transporta. Conmueve. Es poesía hecha rock.
Entre los temas nuevos, sonaron Canción de noche, Dale luz al instante, La Flor de Santo Tomé, Qué hermosa estás y No habrá un destino incierto. También contó que Proserpina habla de la «Diosa que se encarga de que las cosas nos vayan bien…», y que Cabecita Calesita está dedicado «a un personaje, sin ser despectivo, muy común en la Argentina de hoy… es ese mismo que después dice «uyy…se me escapó la bengala…», ante el aplauso generalizado.
Sus comentarios resultan más un condimento del show que una verdadera explicación de sus letras. Le gusta jugar con la ambigüedad, y sus temas, indescifrables para algunos, son de una riqueza intelectual enorme para aquellos que sepan, o se animen a intentar «leer entre lineas»… o simplemente entregarse a la abstracción y disfrutar de las fuertes imágenes mentales que es capaz de transmitir con sus palabras.
Spinetta, en su merecido status de artista consagrado, conjuga la tranquilidad de saber que cuenta con el guiño cómplice de sus seguidores ante cualquier ocurrencia, con el desafío que implica un público nuevo, sorprendentemente joven pero que, no obstante se encuentra muy lejos de un fanatismo febril y adolescente.
Por el contrario, existe una especie de pacto implícito entre la gente, que le demuestra su admiración de manera respetuosa, y el artista, que complace al público dándole «algo» de lo que espera escuchar. Así, es que alternados con los nuevos, sonaron temas como El mar es de llanto, Las cosas tienen movimiento (de Fito Páez), Jardín de Gente y Sexo. Tal vez ahí radique la fórmula del éxito de sus recitales, tan caracterizados por esa sensación de intimidad en el ambiente que genera un microclima más que agradable.
No faltó el solo de teclado, ejecutado por «El Maestro» (según él mismo definió a Cardone), al que luego se sumó para tocar Tonta Luz, A Starosta El Idiota y No te busques ya en el umbral, en uno de los momentos cumbre del show. Tampoco los temas como Kamikaze o Seguir Viviendo sin tu Amor que, adaptados al el estilo propio de esta etapa, se convirtieron en un clásico de los últimos recitales, además de algunos incluidos en sus trabajos anteriores, Para los Árboles y Camalotus.
Spinetta, sin perder ese toque de distinción que lo caracteriza, se muestra más cerca de la gente. Y de su gente. Al presentar a su banda, no se olvidó de mencionar también a quienes están detrás de escena, como La Viejita, su plomo estrella.
Con «Aquas» anunció su retirada, tras casi dos horas de show. Todos sabían que no iba a ser así. Salió para el bis, casi obligado por un teatro lleno que lo aplaudía de pie y no daba indicios de moverse. Tocó Durazno Sangrando, y tuvo que salir dos veces más antes de despedirse definitivamente. La primera, anunció «El anillo del Capitán…Tito», que al final resultó Laura Va, igualmente ovacionada por los más nostálgicos. Y por último, cerró -esta vez sí-, con Los Libros de la buena memoria.
Alguien me dijo alguna vez una frase que resulto algo así como una revelación. Cuando nos paramos frente a una obra de arte, el espíritu sale del cuerpo, toma algo de esa obra y retorna. Pero solo muy pocas veces ocurre, que ante una pintura, o la melodía de una canción, es la obra quien toma por asalto nuestro espíritu… y lo devuelve cuando quiere. Ahí es cuando nos encontramos en presencia del verdadero arte.
Tal vez sea eso, justamente lo que genera la música de Spinetta. Y lo que explica que un recital suyo resulte, más que dos horas de música en vivo, una experiencia sensorial sublime.
Fuente: Rock.com.ar
no fui a ese concierto, pero a través de la exelente cronica pude disfrutarlo.
me gustaría me informen si saben cuando el «flaco» se presenta en la plata.
muchas gracias.
david