La banda bonaerense se presentó el sábado por la noche en el micro estadio de Juniors, ante mil personas. La crónica de Natalia Torres, para La Voz del Interior.“¿Tenés idea si va a tocar alguien de Callejeros?”. La pregunta que le hacía una chica a uno de los encargados de seguridad en la puerta del micro estadio de Juniors seguramente también se repetía en las mentes de varios de los pibes que ya habían ingresado.

Es que, luego de que la banda de Patricio Santos Fontanet hiciera su polémica reaparición pública en un show de Jóvenes Pordioseros, el grupo de Villa Lugano ha entrado de manera súbita en el escrutinio público. De todas formas, los Pordioseros ya venían labrando su masividad de a poco: de la mano de canciones como No la quiero dejar y Pegado, la banda ha venido disfrutando de una más que extensa difusión radial.

Por eso, resultó un poco extraño constatar que el público, en la noche del sábado, apenas sobrepasaba las mil personas. Pero a medida que el show avanzaba (comenzó apenas pasadas las 23), permitiendo hurgar un poco más en la propuesta musical de Jóvenes Pordioseros, la baja concurrencia dejaba de ser una sorpresa. Es que, más allá de la exposición mediática y de las polémicas, la banda se traza una plantilla demasiado limitada al momento de subir al escenario y mostrar lo suyo.

Un poco de energía

De todos modos, es algo saludable el hecho que los Pordioseros sepan ponerle a sus canciones una buena dosis de sal, algo que les imprime la sustancia necesaria como para distinguirlos un poco del resto del pack stone. Aquí, guitarras más duras y electrizadas reemplazan a la distorsión fuzz (algo de lo que abusan bandas como La 25 y Guasones), y hacen que temas como Hermano y el medley que fusionó Pirotécnico y Maldito San Telmo contagien de energía al público (entre el cual hubo varios entusiastas bailarines, solos o en pareja).

Sin sorpresas

Pero, si bien los Pordioseros nunca gustan de apegarse a una lista de temas previamente estipulada, eso no evita que su show siga cauces definitivamente poco estimulantes. En este sentido, no falta el número funk que Viejas Locas ya hizo con Perra y que aquí se llama Alta gata; y tampoco se escapa la balada calamaresca, representada por Nunca me enseñaste (aunque para la banda, la influencia de Calamaro parece ir más allá del costado lento, no por nada Hombre rocanrol se parece bastante a Alta suciedad).

Y si los covers suelen ser propicios para la sorpresa (basta recordar la desgarrada interpretación de Creep, de Radiohead, que hizo Pity Álvarez en la última visita de Intoxicados a Córdoba), Jóvenes Pordioseros eligió rescatar Satisfaction de los Rolling Stones, Espadas y serpientes de Attaque 77 y al mil veces homenajeado Pappo con su archiversionado Ruta 66. La rendición se salvó con los invitados, la banda telonera Domínguez y (especialmente) su vocalista de voz profunda, que le vino de perlas a la canción.

Cerca del cierre, para No la quiero dejar, “Toti” Iglesias se esfumó del escenario para reaparecer de improviso bailando a lo Jagger sobre los blancos escalones de la platea. Y aunque el cantante había avisado que el show entraba en la recta final (y más allá de que las luces del recinto ya se habían prendido), Jóvenes Pordioseros ganó la pulseada y pudo tocar un par de canciones más, bajando las persianas definitivamente (con una versión rolinga del Himno Nacional) a una noche de sólo rock and roll, que, por desgracia tuvo sólo eso y nada más.