El bonus track del Pepsi Music fue el motivo de un encuentro memorable: Andrés Calamaro y Ariel Rot, dos Rodríguez reunidos nuevamente en una noche para no olvidar. Uno, El Cantante por excelencia; el «Poeta de la Zurda» que porta el don de las letras bonitas. Su socio, dueño de una plaza entre los mejores violeros hispanos, dueño de la magia en la yema de los dedos, otra vez en suelo argento.
A diez años de disuelto su proyecto conjunto, los dos Rodríguez volvieron al ruedo con una gira denominada ídem, que comenzó este año en la Península Ibérica y tiene destino final en el interior del país, pero hizo escala en Bs. As. para ofrecer dos fechas anunciadas como el Bonus track del Pepsi Music.
La espera se prolongó: poco más de dos meses separaron a la Maratón del Rock de su cierre definitivo. Nuevamente, el Club Ciudad de Buenos Aires, abrió sus puertas desde temprano para recibir una convocatoria récord: más de 25 mil personas que coparon el predio para presenciar el reencuentro de la dupla Calamaro-Rot.
Inevitable la sensación de tiempo detenido: todo (o casi todo) parecía seguir en su lugar, excepto por algunos detalles; esta vuelta no hubo abrigos (más de 30 grados acusaba el termómetro) ni corridas de un escenario a otro: la acción estaba concentrada pura y exclusivamente en el principal, de este estadio «que todavía no sabemos bien cómo se llama» (palabras de El Salmón), pero viene perfilándose, dada la magnitud de los eventos que albergó este año, como un nuevo templo del rock.
«Canal 69» fue el elegido para encender la mecha de la explosión generalizada, apenas pasadas las nueve de la noche. Pero de ahí en más, ¿cómo destacar uno o dos puntos fuertes dentro de un set que prácticamente no dio respiro?
La avalancha implacable de éxitos repasó quince años de historia: «Dulce Condena», «Mi enfermedad» o la «Milonga del Marinero y el capitán» fueron sólo algunos de los clásicos incluidos y ovacionados por todos: testigos directos de la Era Rodríguez, mezclados con el público Made In El Regreso, que acompañaron igualmente las letras, ya trascendidas a la categoría de hito popular.
Similar a los anteriores recitales de la gira, la lista inclinó la balanza a favor de Calamaro, quien cebando mate entre tema y tema, se mostró relajado y en constante agradecimiento. Aunque sin tanta verborragia creativa en esta ocasión, pero fiel a su estilo, ironizó: «Gracias Arjona que nos miras desde el cielo… por permitir que estemos todos reunidos acá».
Ariel Rot también tuvo su espacio para lucir parte de su repertorio solista: «El Mundo de Ayer», «Ahora Piden tu cabeza» y «Baile de ilusiones» encontraron una calurosa recepción entre la gente.
Ambos estuvieron escoltados por un cuarteto de lujo: «El Niño» Bruno en batería, Candy Avelló (bajista de la primera formación de Los Rodríguez), Osvaldo Greco en guitarra y Tito Dávila en teclados.
Como músico invitado se hizo presente el ex -Gatos Salvajes Ciro Fogliatta, tomando el mando de las teclas cuando Andrés, inquieto, pasó del micrófono en «Me arde», a la guitarra sin escalas, aunque un tanto reacio a exhibir su virtuosismo sobre las cuerdas, gambeteó rápidamente el momento del solo. «Que buen shuffle tiene El Niño», improvisó en clave blusera, desviando la atención hacia los platos.
Podría decirse, sí, que faltaron algunos «infaltables». Pero que nada de lo que hubo estuvo de más. La lista se permitió hacer resurgir «Elvis está Vivo» y dedicó un medley en homenaje a Edelmiro Molinari «y los grandes fundadores del rock nacional», que incluyó «Mañana por la noche» (Color Humano), «Tengo cuarenta millones» (Moris) y el «Boogie de Claudio», aquel clásico de Gabis que decía «yo quiero abrirme los sesos…»
Promediando la noche, «Corazón en venta», primer corte de «El palacio de las Flores» (placa más reciente de Calamaro, producida Junto a Litto Nebbia), fue el único estreno que deslizó AC, dejando pie a una futura presentación oficial. Y después sí, el tramo final -y letal- del show; atiéndase la seguidilla que desencadenó el éxtasis: «Flaca» – «Te Quiero Igual» – «Para No olvidar». Un poco de rock al palo con «Días distintos»; miles de lucecitas iluminando el estadio en «Tu me estás atrapando otra vez» y otra vez pogo y descontrol para ¿terminar? con «Sin documentos».
El impasse que antecedió al bis estuvo marcado por el karaoke espontáneo de 30 mil gargantas -y gargantitas- entonando los versos de «Paloma», que no descansó hasta no ver a la dupla nuevamente en escena. Y después del rescate emotivo con «Buena suerte» y el delirio desatado con «Mucho mejor» (nunca más apto, dado el calor que envolvía la atmósfera porteña), llegó el tan esperado -y pedido- final.
La cumbre Calamaro-Rot quedará sin dudas como uno de los highlights del festival y del año 2006, con un Calamaro renovado, cantando mejor que nunca. Ni más ni menos, a la altura de las circunstancias.
Y es que el carácter de megaevento, lei motiv del Festival, si bien para algunos significa una batalla perdida contra la industria (dada la esencia netamente anti-comercial del rock) también supo convertirse en garantía de buenos espectáculos, dando como resultado performances impecables en cuanto a horarios, organización y principalmente, lucidez y rendimiento de los artistas.
Y desde ya, quien en otros tiempos fuera el rockstar rebelde que predicaba «No se puede vivir del amor» hoy, en su renovada faceta de hombre en plenitud, no podía ser la excepción.
Terminando un año destacado en su historial (un homenaje en formato doble; más un disco de tangos titulado «Tinta Roja», y su flamante estreno «El Palacio de las flores») es el segundo año consecutivo El Salmón cierra en lo alto, despidiéndose -tal como en el Obras al aire libre- con clima de diciembre porteño, de verano y de fiesta.
Fuente: Rock.com.ar