Veinte mil almas vivieron la primera jornada del Cosquin Rock, en una octava edición que reaviva el mito del festival más importante del verano. En la primera jornada, brilló Catupecu Machu y ni la lluvia y el barro pudieron opacar la fiesta. Fotos y videos de una noche a puro rock.
Después de doce meses, la montaña despertó de su letargo. Y lo hizo con todo. Los fanáticos del rock le dijeron sí al gran encuentro en la Comuna San Roque, y ni siquiera la lluvia y el barro les impidieron disfrutar de diez horas de música ininterrumpida.
El cierre de la jornada quedó en manos de los californianos de Suicidal Tendencies, que pasadas las dos de la mañana pusieron a sonar un cóctel explosivo con algunos de los principales temas de su carrera, esos que le dieron el título de pioneros del hardcore a comienzos de los ochenta.
Pero la fiesta había comenzado mucho antes. El grito primal de esta primera jornada estuvo a cargo de Todos tus muertos, que subió al escenario principal apenas pasadas las 16.30. El grupo liderado por Pablo Molina cumplió con creces la misión que le otorgaba la grilla: calentar motores y sacudir la modorra de los primeros en llegar. Para ello sonaron con contundencia algunos clásicos como Andate, Sé que no y Tu alma mía.
Cuando la fiesta de Todos tus muertos estaba terminando, la lluvia no dio tregua sobre el predio. Fue así como hasta los baños se transformaron en refugios para tratar de evitar lo inevitable: mojarse y embarrarse las zapatillas. Pero lo que seguía era Carajo, y el trío liderado por Corvata Corvalán logró reunir a la gente dispersa con su set potente y un mensaje esperanzador. “Vamos a parar la lluvia. Vamos a ver cuánto amor hay ahí abajo”, arengó Corvata, enfundado en un impermeable hecho de bolsas de consorcio que mostraba complicidad con su público empapado.
Cuando el trío abandonó el tablado, llegó el turno de Los cafres, que devolvieron el sol a la comuna San roque. Anticipando lo que será el escenario temático del domingo, Bonetto y los suyos pusieron a sonar una buena dosis de reggae, con temas como Aire, Bastará, Pobre angelito y Deja de señalar, que enganchó perfecto con One love de Bob Marley. Los vientos de Los cafres soplaron fuerte y se llevaron las últimas nubes sobre la montaña. El cielo estaba limpio para acompañar la primera presentación de Café Tacuba en este festival.
Apenas pasadas las 19.30, los cuates mejicanos comenzaron a demostrar por qué son uno de los pesos pesados del rock del sur. Los movimientos lisérgios de Rubén Albarrán no se detuvieron nunca, y acompañaron una avalancha de éxitos que arrancó con No controles. “Allá arriba están las estrellas y allá abajo es un campo lleno de flores”, dijo el frontman para presentar Las flores. Y los clásicos no se detuvieron: Ingrata, Dejate caer – con coreografía incluida- y El baile y el salón mostraron la solidez de una banda capaz de comerse al público de un solo bocado.
Mientras las remeras se secaban con el último sol de la jornada, Árbol hizo su aparición en escena. Montando ponies y jugando a ser gauchos vestidos con ponchos rojos, la banda de Haedo disparó una artillería de hits: De arriba de abajo, Chica anoréxica y Pequeños sueños desataron la fiesta en el predio, y ni siquiera el lodo pudo detener al pogo más enérgico del set, que llegó de la mano de un combo irresistible, compuesto por Son enes, Vomitando flores y Cosa acuosa. Lo de Árbol fue contundencia y pura diversión.
Las cosas así, el campo ya estaba listo para recibir la potencia de Catupecu Machu. “Buenas Plaza Próspero Montaña”, gritó Fernando Ruiz Díaz antes de poner a sonar Cuentos decapitados, En los sueños y Viaje del miedo. Promediando la mitad del show, Fernando dedicó Batallas a su hermano Gabriel y a Fico, guitarrista de Massacre que sufrió recientemente un accidente, y luego invitó a Cristian Aldana, de El otro yo, para desatar un pogo gigante con Dale, el infaltable de cada Cosquín rock.
Los charrúas de La Vela Puerca fueron quienes tomaron la posta, confirmando que hace rato que juegan de local por estos lados. La banda liderada por Sebastián Teysera y Sebastián Cebreiro no hizo más que reafirmar su romance con el público argentino, haciendo una presentación repleta de canciones que ya ostenta el título de clásicos del repertorio puerco, como De atar, Por dentro, El viejo y Mi semilla.
Con el público todavía extasiado por el set de los uruguayos, Attaque 77 puso su energía punk al servicio de la primera noche del festival. Con look mohicano, Ciro Pertusi y los suyos descargaron algunos de los temas de su último disco, como Ejécito de salvación y Chance, y otros emblemáticos de la banda, como Dame fuego y Los buenos mueren.
Así, la noche ya estaba encendida para recibir a los Suicidal tendencies y su descarga de hardcore, el broche de oro para el primer grito de rock de esta octava edición.
Camperas negras. El heavy metal tuvo su día de gloria en el Festival. Desde temprano, las camperas de cuero comenzaron a acercarse al escenario temático, que despertó de la mano de los misioneros de Japo y los fueguinos de Adher. Ya caía la noche sobre la montaña cuando O´Connor hizo temblar el campo con algunos de sus éxitos, como Caníbal y Se extraña araña. Más tarde pasaron Tren Loco y Horcas. Estos últimos desataron uno de los pogos más enérgicos al tributar a V8 con Destrucción. Pero la cosa siguió con Almafuerte, que demostró sobre el escenario por qué es una de los pesos pesados del metal argento.
Pasados por agua. La lluvia no perdonó al escenario Nitro, que tuvo que acortar su grilla dejando en pausa la presentación de las bandas cordobesas programadas en ese tablado. Las cosas así, los californianos de Ozomatli fueron los encargados de romper el hielo con su mestizaje sonoro. La banda terminó la fiesta bailando con la gente y burlándose del barro. Más tarde fue la hora de Dante y los mejicanos de Kinky, que aportaron su cuota de rock electrónico a la jornada. Al final del show de los de Monterrey, los grupos cordobeses tuvieron su revancha y pudieron subir finalmente al escenario para mostrar lo suyo.
Fuente: Terra